22 de Mayo de 2004

Bajo el vaso de cerveza, yace la diversión

COLECCIONISTA / Hace tres años cuando Bettina Costa emigró de Argentina a Laufen, comenzó a coleccionar posavasos. Ya posee, sin embargo, alrededor de diez mil ejemplares de todo el mundo.

Texto: Regula Wenger

LAUFEN. Quien vaya a casa de Bettina Costa y Toni Scherrer y pregunte por la colección de posavasos, no tendrá oportunidad, en la siguiente media hora, de decir ni una palabra. Con entusiasmo hablan la argentina y el laufner sobre los objetos de su pasión. Costa ya ha desplegado ante sí sus ejemplares favoritos: una vieja serie de posavasos de Cardinal. Y su marido trae de inmediato, ni bien escucha una palabra clave, el objeto correspondiente: por ejemplo, un paquete que acaba de llegar de Estados Unidos y que es abierto con expectativa. Contenido: posavasos. Para beber, por cierto, no hay cerveza, sino el típico mate argentino.

Desde hace tres años vive la argentina de 39 años en Suiza, en pleno casco viejo de Laufen. El técnico de laboratorio y la informática se conocieron en Internet. Durante tres meses se escribieron mails cada día. Finalmente, Toni Scherrer la visitó en Argentina, y luego de tres días fue definitiva la decisión de Costa de seguir a Toni a Suiza. A pesar de que sus amigas la tildaron de loca, renunció a un trabajo bien pago y vendió su departamento, ya que: “Tenía realmente todo, pero el verdadero amor todavía me faltaba”.

Es feliz, dice hoy. Es la mejor decisión que pudo haber tomado. Su marido está de acuerdo. Costa valora en Suiza, entre otras cosas, la puntualidad: Hoy ya se enoja cuando el tren tiene una vez un retraso de tres minutos, confiesa sonriendo. Nostalgia no tuvo nunca, aunque las personas aquí son en parte muy serias. “En cada país son más divertidos que en Suiza”, acota Scherrer.

“Al principio pensé que todos los suizos eran coleccionistas”, dice Bettina Costa al recordar sus primeros tiempos en Suiza. Pero luego, se dio cuenta de que sobre todo los parientes y amigos de Toni coleccionaban como locos: sobrecitos de azúcar, tapitas de crema para el café, planos de ciudades, todo lo relacionado con trenes... “Tenía que tener mi propia colección”, comprendió la argentina. Y un día, en una reunión, un tanto aburrida ya que por aquel entonces no comprendía muy bien el alemán, comenzó a jugar con posavasos. “Luego fuimos a un pub. Y ahí de nuevo había tantos posavasos...”, recuerda Costa. A partir de entonces fue claro que había una nueva coleccionista en la familia.

Alrededor de 10.000 posavasos tiene Bettina Costa en casa, parte de los cuales recibió como regalo. En la homepage, que ellos mismos construyeron, se ven fotos de 6.670 posavasos de 131 países distintos. “Me interesan principalmente los países exóticos”, dice Costa. Su marido saca al instante la carpeta correspondiente y muestra ejemplares de Vanuatu, Panamá o Antigua. En sus viajes ponen la mira siempre – aunque ellos mismos no toman mucha cerveza – en bares y restaurantes, para pedir posavasos. “El camino es la meta”, dice el laufner: “Lo que se aprende al buscar y los contactos en todo el mundo. Eso vale más que la colección completa.”

Contagiado por la fiebre del coleccionismo

“Es la colección de Bettina”, dice Toni Scherrer, sin embargo, el coleccionista de estampillas está tan absorbido por los posavasos como su esposa. La mayoría de los posavasos son minuciosamente escaneados y presentados en la homepage www.coaster.ch. “Por ahora es sólo un catálogo, ahora queremos programar una base de datos”, dice Scherrer de 41 años. Pero primero tienen que terminar de leer el gordo manual de HTML. La homepage está en realidad programada de manera muy rudimentaria, pero es lógica y rápida, agrega convencido Scherrer. A propósito, cuando Costa y Scherrer saben que alguien recién comienza a coleccionar, le envían 30 posavasos de regalo. “Eso le da alegría al nuevo coleccionista, y a nosotros, lugar en casa”, dice Costa. (rew)